Hola fieles (y no tan fieles) seguidores del blog neoyorquino-analítico-funcional! Aquí estoy finalmente, de nuevo, después de visitas varias que me han hecho parar en casa menos todavía de lo que ya era habitual. En fin, pero lo bueno se hace esperar, así que hoy voy a aprovechar que me he venido a casa pronto (en teoría para hacer laundry, pero a veces la práctica contradice a la teoría, sobre todo cuando el koreano dueño de las lavadoras te dice que cierra dentro de una hora y que ya no coge a nadie más para lavar) y dar un repaso a mis actividades de los últimos tiempos, que son unas cuantas.
Para empezar, como digo, he tenido visita de mis Rs mayores (no todas mis Rs mayores, ejem), y con ellas he revisitado muchos de los lugares en los que ya había estado, y otros en los que no. Así, por fin me fui a conocer Harlem, los Heights y el Bronx. Harlem es chulísimo, me encantó, y realmente, si uno va entre semana, un día normal, solamente hay afroamericanos y afrolatinos. Los findes ya suele estar lleno de turistas europeos blanquitos como nosotros. El Malcolm X Boulevard (nombre que adopta Lenox Avenue en Harlem) es muy bonito, hay montones de tiendas curiosas y restaurantes, como uno que comimos que era de comida jamaicana casera. También hacían una limonada casera que debía llevar todo el azúcar que se ha producido en el caribe este año, en la vida había probado yo unos limones tan dulces! Y luego la misa gospel, en domingo de resurrección, pa que no se diga. Flipante. Eso no era una misa, era un espectáculo, y es cierto que las iglesias baptistas estas son más centros comunitarios de reunión que algo meramente religioso, y el pastor era... Indescriptible. Un showman total, fue divertidísimo, aparte de que la música era muy chula también, pero a mi el pastor me encantó. Cada dos por tres decía: "let the church say ey men" y todos "EY MEN" (claro que no era "eh tío", sino amen, pero suena igual y creo que lo aprovechan). Luego, una de las reverendas leyó un pasaje de la biblia (lo sé porque nos dieron folletos con los textos y las canciones), que luego fue leído de nuevo, y comentado sobre todo, por el pastor. El fragmento duraba como 5 minutos, con el pastor duró 25. Después de cada frase, empezaba a extender el significado, y acababa yéndose por las ramas a lo bestia, todo a una velocidad de vértigo y todo improvisao (creo, porque no tenía papelitos ni na), supergracioso. Aquello duraba más de 3 horas, pero con hora y media consideramos que ya estábamos en paz con dios y nos piramos a otros lares (hacía un frío del copón, por cierto, estoy hablando de casi mitades de abril, y un día de esos llegó a nevar todavía, ya me han dicho que al parecer este ha sido el invierno más duro de los últimos 20 años. Si es que yo para elegir tengo un ojo...). Un lapsus: estoy aquí escribiendo y oyendo la musiquita del camión de los helados que me está dando bastante por saco con el pling pling plipling ese. En fin, continuemos: otro día estuve en The Cloisters, muuy uptown. Y qué es eso, diréis. Pues es una cosa que hizo el Sr. Rockefeller, un monasterio medieval de principios del siglo XX. Sí, no es una errata: es un monasterio construido a principios de siglo con piedras originales de monasterios medievales europeos. Y cobran 25$ por entrar. Cosa más americana, si no lo tenemos aquí, pos lo compramos y nos hacemos uno pa nosotros, hala. Decliné cortésmente tan generosa oferta, considerando que nosotros los tenemos a patadas, originales, y gratis. Pero el parque de alrededor es bonito.
El Bronx, al menos la parte en la que estuvimos, puertorriqueños only. Divertido, salsa a todo volumen por todas partes, y todo en spanish, todavía más que de costumbre. Pero es enorme, no tanto como Queens y Brooklyn, pero muy grande también. Me falta el estadio de los yankees, pero no sé si me dará tiempo. De todas formas, prefiero a los Mets, que para eso son de Queens. También he estado en Roosevelt Island, una islita en mitad del East River, el lugar al que antiguamente se enviaba a toda la gente indeseable (criminales, enfermos mentales, contagiosos, y pobre gente en general). Está justo debajo del puente de Queensboro y, aunque la isla tiene una parada de metro, la forma más chula de llegar es en teleférico. Estás al lado de Manhattan, ves el Chrysler y el Empire State, y Queens al otro lado, pero parece que te hayas ido a otra ciudad. A mí me ha encantado, es un poco tétrico, silencioso, con mucha zona verde, y sigue habiendo hospitales de crónicos, no sólo enfermos mentales, sino veteranos de guerra mutilados. Están las ruinas de un hospital del XVIII para enfermos de viruela (ya erradicada hoy), construido por el mismo arquitecto que St. Patricks. Naturalmente, no dejan entrar (maldición), se supone que lo están restaurando, pero tiene pinta de que van como 2 veces al año a hacer algo.
Qué más... Bueno, los bares y garitos merecen mención aparte. No sé si hablé ya del Beauty Bar, creo que sí, pero me repetiré por si acaso: en un bar que parece una peluquería de los 60, con sillones que tienen cacharros de esos para la permanente, y te hacen la manicura por 10$. Si te la haces, tienes una copa gratis. Al fondo hay pista de baile, con música pop de los 80 y 90. Curiosísimo el sitio, y como todos, se puede ir cualquier día, todos los días hay ambiente en esta ciudad. Luego el fat cat, que ya describí, pero creo que olvidé mencionar que había música en directo, porque no me fijé mucho, pero ahora me he enterado de que la peña que va a tocar allí, algunos son buenísimos, de estos que en España tienes que pagar una pasta para ver desde 50m en un teatro, y aquí los puedes tocar, como quien dice, y la gente está jugando al futbolín y psando de los músicos y del jazz. En fin. Yo no entiendo de jazz, así que no diferencio mucho, pero al parecer aquí tienes que ser un hacha para tocar en un bar cualquiera, porque hay muchísima competencia. Después tenemos el Marie's Crisis, en pleno West Village, un piano bar en el que solamente se tocan canciones de musicales, y la gente que va canta es la que canta, y se saben TODAS las canciones de TODOS los musicales habidos y por haber. Muy chulo por dentro, pequeñito y enrevesado, como la mayoría, y muy friki. Además, está el The Back Room, que lo encontraron las nenas (yo no lo conocía), que es un poco como la Isla de Muerta: sólo lo encuentran quienes ya han estado. La cosa es que hay un tipo en unas escaleras que bajan a un basement y te dice que ahí hay un bar. Tú bajas y te encuentras en un patio interior, un patio de luces con bolsas de basura y escaleras de incendios, y piensas que van a empezar a vender tus órganos en cualquier momento. Subes unas escaleras metálicas, y llegas al bar. Una pasada el sitio, ambientado en la época de la ley seca, te sirven las copas en tazas de café, y las cervezas en bolsitas de esas marrones de papel. Por eso todo el secretismo y lo escondido del sitio, claro (de hecho, todavía hay un sitio secreto dentro del bar: detrás de una estantería móvil, que sólo tienes acceso si eres vip). La decoración como un club de los años 20, todo tapizado en color púrpura, con enormes cuadros de desnudos en las paredes (tapizadas también) y sillones y chaiselongues totalmente rococó. Fascinante. Dueño anterior: Tim Robbins. Ahora no sé de quien es.
Bueno, pues dejo algunas fotos, e intentaré escribir una vez más, pero no prometo nada, que solo me quedan 6 días!!!!!!!!! Snif, qué penita...
Las fotos: The Cloisters, teleférico a Roosevelt y vistas desde el mismo, el puente de Queensboro desde la isla, el viejo hospital, el puente de Manhattan (que no lo he dicho, pero fuimos también y la foto es chula) y yo tomando una birra clandestina.
Besos, y hasta dentro de nada!